viernes, 28 de agosto de 2009

LOS PUENTES EN EL CAPAC ÑAN. DEL LIBRO: CAPAC ÑAN. El Gran Camino del Inca.

El Capac Ñan, estuvo plagado de soluciones prácticas para el traslado de noticias y enseres y para el abastecimiento en la ruta. Los puentes sobre ríos y quebradas se cuentan entre las realizaciones más espectaculares del Estado inca. Los que más han trascendido fueron los colgantes, que salvaban profundos barrancos, los llamados de criznejas o plantas trenzadas de fibra de maguey, de lloque, de sauce o de otros vegetales existentes en la zona.
Los dos cabos eran fijados a pilones de piedra o a rocas, y se tiraban cuatro cables de borde a borde. El piso se cubría con cañamazo de lianas o juncos trenzados, se revestía con ramas y se fabricaba un pretil del mismo material, indispensable para evitar el vértigo de cruzar sobre una pasarela oscilante asomada a una barranca de profundidad escalofriante. Los cables eran repuestos cada año por equipos de mitayos, justo después de la temporada de lluvias, pues las aguas descomponían los materiales.
Para el mantenimiento de los puentes había siempre cuadrillas dispuestas. Y no solo para su reparación, sino también para su destrucción en caso necesario. De hecho, muchos puentes fueron quemados o derribados para retrasar el avance de las tropas de Huáscar o de Atahualpa o, posteriormente, el de los conquistadores españoles.
Los cronistas directos e indirectos nos han dejado abundante testimonio escrito sobre el Cápac Ñan. Los primeros tuvieron el privilegio de contemplarlo en plena vigencia, cuando servía como eje de comunicación del dilatado Imperio inca. Así, los lugartenientes de Francisco Pizarro, Francisco de Jerez y Pedro Sancho, o el veedor Miguel de Estete, relator del viaje de Hernando Pizarro, que contiene numerosas referencias sobre los caminos incas. El propio Hernando, en su Relación a los oidores de la Real Audiencia de Santo Domingo, describe numerosos aspectos del llamado Camino de la Costa, que realizó entre Cajamarca y Pachacámac para acelerar el envío del rescate de Atahualpa.
Cieza de León, cronista clásico del mundo inca, destacó esta magna realización inca, y merece citarse uno de sus comentarios, tomado de la Crónica del Perú:
"Una de las cosas que yo más me admiré contemplando y notando las cosas deste reyno fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hazer caminos tan grandes y soberbios como por él vemos y qué fuerzas de hombres bastaron a lo poder hazer y con qué herramientas y estrumentos pudieron allanar los montes y quebrantar las peñas para hazerlos tan anchos y buenos como están...". Cronistas posteriores continuaron reflejando en sus textos la realidad del Cápac Ñan, como Von Humboldt, Von Tschudi, Markham, Hutchison, Squier, Wiener o Raimondi, entre otros. Aunque el Cápac Ñan no fue durante mucho tiempo objeto de un estudio sistemático, debido en parte a que los españoles orillaron los caminos incas porque el empedrado de muchos de sus tramos, aunque era apto para la pezuña de la llama, era muy inconveniente para el casco del caballo, por lo que pusieron en servicio otros caminos. Fue necesario llegar hasta el siglo XX para que nuevos estudiosos recuperaran el interés por el Cápac Ñan. Cabe mencionar a Alberto Regal, Victor Von Hagen, León Strube Erdman, John Hyslop, que, con su obra The Inka Road Sytem, despertó un gran interés por el Cápac Ñan, y Ricardo Espinoza, El Caminante, último de esta gran saga de cronistas del Cápac Ñan.
Tomado de: "Capac Ñan. El Gran Camino Inca". Por Borja Cardelús y Timoteo Guijarro. Lima 2009
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